Encontrando la tranquilidad entre lobos y linces
Otro tesoro oculto, como tantos, que tiene Andalucía. Hay lugares que por una cosa u otra se promocionan más, por intereses económicos o políticos, pero otros quedan ocultos para desgracia de sus habitantes y para suerte de los que nos dedicamos a buscar sitios donde no va nadie, pero que podrían estar en cualquier guía turística de primer nivel.
Estoy hablando de dos Parques Naturales que en realidad forman uno sólo, el Parque Natural de la Sierrra de Ándujar y el Parque Natural de la Sierra de Cardeña y Montoro, enclavados entre Jaén, Córdoba y Ciudad Real, que más al norte continúan en el Parque Natural de Sierra Madrona y Valle de Alcudia.
Para llegar allí, esta vez sin pisar la aburrida autovía, hay que tomar la N-432 hasta Alcaudete, por el camino mientras nos desplazamos podemos disfrutar de una panorámica del impresionante Castillo de La Mota en Alcalá la Real o de la perspectiva que nos queda a la izquierda del Parque Natural de las Sierras Subéticas. Desde allí tomaremos dirección Martos y luego iremos buscando el camino más recto a través de pueblos del interior de Jaén como son Torredonjimeno, Escañuela o Arjona. Hasta llegar a nuestro inicio de ruta, Andújar, localidad grande, atravesada ya por el Río Guadalquivir y con un patrimonio arquitectónico enorme en forma de palacetes e iglesias. Una parada allí para desayunar y repostar, y nos metemos en faena.
Nada más salir del pueblo se toma la A-6177 dirección a nuestro siguiente punto y referencia clave de la historia de Andújar, la Basílica y Real Santuario de la Virgen de la Cabeza. La peregrinación que se lleva a cabo allí a finales de abril es multitudinaria. Sin duda un lugar para visitar.
Esta carretera nada más empezar ya es espectacular, entre un verdor que sorprende por estas latitudes, buen asfalto y cientos de curvas, nos encontramos miradores como el Mirador del Peregrino o el del Coscojar, áreas recreativas como la del Encinarejo donde podremos parar un rato junto al Río Jándula, y sobre todo nos encontraremos señales de peligro por paso de Lince Ibérico, imposible verlos, pero sabes que están ahí.
Esta vez no paro en la basílica porque ya la he visitado, el reloj corre y mi destino está lejos todavía. Me meto en plena Sierra de Andújar, y lo que no puedo es dejar de parar en los numerosos miradores que están junto a la carretera Mingorramos, El Tamujar,... ya no hay nada más que naturaleza y silencio hasta donde llega la vista. Los ciervos salen corriendo de los márgenes de la carretera cuando me escuchan llegar rompiendo su paz con mi motor, también los acompañan rebaños de vacas, ovejas, caballos... Zona ganadera.
La carretera empeora y hay que ir bastante despacio, nos acercamos al límite con Castilla La Mancha, y una vez allí, toca subir un espectacular puerto de montaña, Puerto Madrona, ya rodeado de jaras y encinas, que sube por una carretera sinuosa y que nos dejará enfrente del Parque Natural del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, uno de los lugares más al sur donde se pueden avistar todavía manadas de lobo ibérico, sorprendente.
Ya tenía buscado un mirador, el del Robledillo, para comer en un "restaurante" con vistas y en silencio. Y un poco más adelante, un bonito pueblo en el fondo del valle, Solana del Pino, para tomar un café con los paisanos. No había muchos, todo hay que decirlo, pero el pueblo vale la pena aún con el rodeo que hay que hacer.
Retomo la CR-500 para atravesar el Embalse de Montoro, y ya por una tierra mas yerma, llegar a mi destino donde haré noche, Brazatortas, pequeño pueblo de 1000 habitantes, pero que es el pueblo natal de Antonio Gala y de Millán Salcedo. Curiosidades.
Antes de que caiga la noche hago una visita a la vecina Puertollano, enorme localidad con mucha vida, un paseo por su paseo de San Gregorio, un trago en su antigua Fuente Agria, un helado... las recompensas después de un largo día de viaje. Y ya con la puesta de sol me busco un mirador a la enorme refinería de Repsol, un paisaje alucinante enfrente de mi, nunca había visto algo así.
Al día siguiente toca la vuelta por la otra parte del parque natural, la de Cardeña y Montoro. Para empezar hay que tomar la N-420, que nos mete en unas llanuras infinitas rodeadas de montañas al fondo mientras aparece el sol por el horizonte, el Valle de Alcudia, lleno de ganado y pastos. Muy agradable rodar por allí con el aire fresco de la mañana.
De él se sale por el Puerto de Niefla. Cruzamos varias áreas recreativas por la rápida carretera que nos deja en Cardeña, ya otra vez en Andalucía, bonito pueblo blanco en mitad de la sierra que atravieso sin parar para ir la Centro de Visitantes Venta Nueva, sitio donde estirar las piernas en sus jardines y leer un poco del entorno y su fauna, entre otros, águila imperial, lobo ibérico y lince ibérico, impresionante... Quizá no se promocione esta zona al turismo por protección de estas especies tan delicadas, puede ser.
Después del merecido descanso, para atravesar la sierra hay tres opciones, seguir por la N-420, la CO-5101, o la A-420 que pasa por la Venta del Charco y la que elijo porque voy justo de tiempo. Esta vez no voy a poder visitar Montoro, otro espectacular pueblo blanco andaluz entre los meandros del Guadalquivir. A cambio me dirijo a Marmolejo para hacer una rápida visita a su antiguo balneario de finales del S.XIX, junto al Guadalquivir y el bonito puente de San Bartolomé. Recomendable.
Atravieso el pueblo de Marmolejo por la puerta de su Gran Hotel de 1923 y camino a casa, decido hacer una última locura. Subir al Pico de La Pandera. Atravieso el interior de Jaén parando en algunos puntos que tenía señalados en el mapa como el Castillo del Trovador Macías, en Arjonilla.
Nos vemos en le próximo artículo, un saludo a tod@s los que me leéis!
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