Una "Rider" desde dentro

¿Y que demonios es una rider? preguntarán mis lectores no moteros. Pues no es otra cosa que un evento motociclístico organizado, que consiste en hacer un recorrido determinado, pasando por unos puntos de control, en un tiempo limitado. 


Spoiler: por supuesto conseguí la placa de finisher


Como evento no es algo que me atrajera enormemente porque estos macroeventos conllevan muchas cosas que no me gustan. Por poner el ejemplo más conocido, la Rider 1000 que se celebra en Cataluña cada año, donde se trata de hacer un recorrido de 1000 Km por un trazado determinado por la organización. El problema aquí es que salen miles de motos a la vez, con el consiguiente peligro en carretera, y las colas para sellar un punto de control, echar gasolina o tomar un café. Al final el recorrido se alarga y puedes tardar 14, 16, 18 horas en terminar de madrugada, con el agotamiento y el riesgo que ello conlleva... Pero el reto estaba ahí.


Hornos de calcinación en Lucainena de las Torres, zona minera.


Y en estas resulta que en Andalucía se hace un rider distinta y que elimina todos estos problemas. Se trata de hacer un recorrido libre durante un máximo de tres días, desde el jueves por la tarde, por toda Andalucía, con el único requisito de sellar los ocho puntos de control, uno en cada provincia andaluza, organizados por ocho clubs moteros voluntarios, situados en ocho pueblos que cambian cada año, y terminar antes del domingo a las 14.00h en Lucena que es la sede del club organizador, con una fiesta final. Aquí cada uno sale cuando quiere y se diseña su propia ruta de punto en punto. No hay masificación y tienes 3 días para organizarte para hacerlo sin excesos (los puntos de control cierran a las 9 de la noche).


Agua del Mediterráneo para verterla en el Atlántico. Esto se hace como tradición en otros eventos como el Punta a Punta.

Este tipo de evento donde no se da un recorrido fijo necesita una buena planificación sobre el mapa. Hay que planificar no sólo las carreteras, sino los kilómetros y las horas disponibles, los sitios donde parar a dormir, gasolineras disponibles, etc... Y claro, a los moteros no nos gusta ir por autovía, así que hay que diseñar un recorrido bonito que pase por parques naturales, montañas y pueblos, ahí está la gracia de esto. A mucha gente no le gusta, pero a mi sentarme delante de un mapa a diseñar rutas es una de las partes que más disfruto, siempre he creído que esto ya forma parte del propio viaje.


Los Tajos de Sorbas, atravesando el Desierto de Tabernas.

Llegó el jueves, la moto ya preparada con el equipaje montado y ciertos nervios en el cuerpo porque no deja de ser un reto deportivo y personal, además con una moto pequeña, aunque de ella no tenía dudas. Salí directo a mi primer destino, Lubrín (Almería), en plena Sierra de Mojácar, por no alargar mucho el artículo; crucé todas las alpujarras (granadina y almeriense), el desierto de Tabernas (comí en el bonito pueblo de Lucainena de las Torres) y a través del Cabo de Gata subí costeando hasta Mojácar donde encaré el último puerto de montaña hasta Lubrín. Acababa de abrir el control, llegué de los primeros, me sorprendió la atención de los clubs voluntarios (en todos los puntos): photocall, sorteos, regalos, agua y dulces para reponer fuerzas... Un diez para ellos por estar ahí 3 días de 9 de la mañana a 9 de la noche.


Impresionante el punto de control de Osuna con juegos medievales

Todavía quedaba día pero tenía que llegar antes de las 21.00 a Zújar (Granada), el sol ya caía (se celebra a finales de octubre) y me quedaba un buen camino a través de todos los pueblos del Valle del Almanzora hasta llegar a Baza y tomar la A-315. Llegué ya con el sol tocando el horizonte. Y todavía me quedaba un trecho hasta mi lugar de pernocta, junto al Embalse de la Bolera

Llegué ya de noche a un lugar que resultó ser muy especial, El Economato, un alojamiento rural regentado por un matrimonio muy mayor, me estaban esperando y esa noche estaba sólo yo... en resumen fue como ir a dormir a casa de tus abuelos. Me prepararon la cena con cosas que tenían allí para ellos y un desayuno de aúpa. Un primor de personas mayores, son cosas que te quedan marcadas.


Amanecer en el Puerto de Tíscar, uno de los puntos más bonitos de la ruta.

Antes de irme a dormir me encontré con un problema gordo, que corroboré cuando me desperté. Y es que venía una enorme borrasca de frente por el recorrido que tenía planificado. Cuando se planifican viajes en moto hay que saber usar bien las herramientas de predicción porque te puedes meter en la boca del lobo. Así que estuve un buen rato rediseñando la ruta para evitar el choque con la lluvia con los mapas de predicción de aplicaciones como Venttusky o Meteoblue, y no fue fácil porque la borrasca era enorme.

El plan era virar toda la ruta al sur, pero aún así tuve que ir hacia la tormenta porque el siguiente punto de control estaba en Villacarrillo (Jaén), ya haciendo frontera con Albacete, y donde se llega a través de uno de los puertos de montaña más bonitos de Andalucía, el de Tíscar. Ya llegando empezó a chispear y las carreteras rodeadas de olivares se pusieron complicadas de agua y barro. Pero un poco de prudencia, algo de maña, unos buenos neumáticos y sin problema, aunque hubo varias caídas de compañeros por esa zona.


El límite entre Granada y Málaga en el "Boquete" de Zafarraya

Ahora tocaba encarar todo hacia el sur para evitar la tormenta, todavía no sabía dónde me estaba metiendo y cómo se me iba a complicar el día a última hora. 

Tras atravesar toda la provincia de Jaén y sus interminables olivos, pasando por Sierra Mágina, tuve que atravesar toda la provincia de Granada y a través del "Boquete de Zafarraya" ir hacia mi siguiente destino en mitad de la Axarquía, Canillas de Albaida (Málaga). Esto me llevó toda la mañana, y la carreteras por esa zona no ayudaban a comerse kilómetros. Los pueblos malagueños de esta comarca son preciosos pero cuesta la vida llegar a ellos. Estaba consiguiendo evitar la tormenta, pero a costa de horas que luego me faltarían.


Zahara de la Sierra bajo la Sierra de Grazalema (foto desde Algodonales)


Ahora tocaba bajar a la costa y atravesar Málaga capital, esta vez decidí meterme en autovía un buen rato para quitarme todo el área metropolitana porque era la hora de comer y había mucho movimiento de coches. El punto de control de Cádiz estaba tremendamente lejos, en Sanlúcar de Barrameda, tenía pensado atravesar por la Sierra de Grazalema y el mítico puerto de Las Palomas, pero después de comer en una gasolinera lo más rápido que pude, me di cuenta que era ya inviable. Aún así encontré un camino más recto pero casi igual de bonito por la Sierra de Algodonales pasando por pueblos tan impresionantes como Olvera, Bornos o Arcos de la Frontera, una carretera preciosa pero con mucho tráfico y especialmente peligrosa un viernes tarde-noche, me llegué a encontrar hasta tres accidentes graves con coches volcados, ambulancias, guardia civil... ¿No quería rock and roll?


El punto de control de Sanlúcar de Barrameda, menudo fiestón de viernes noche tenían montado.

Rodeando Jerez de la Frontera y  pasando junto al Circuito Ángel Nieto, llegué justo de luz a las 20.15 y allí había un ambiente espectacular con barra, consumición gratis y concierto en directo. Un buen sitio para quedarse un rato. Al final había evitado la borrasca pero a costa de llevar más de 10 horas en moto, el problema que se me presentaba es que en mi planificación por en norte de Andalucía tenía alojamiento reservado a 1'h45 de Sanlúcar. Pero no quedaba otra para poder terminar la Rider al día siguiente. Así que me tocó salir ya con la noche cayendo, con clima bastante fresco y amenaza de lluvia, esta fue sin duda la parte más exigente del reto, tanto física como mentalmente. 

Enlacé por carreteras oscuras el viernes noche con coches saliendo de fiesta, pasando por Trebujena y Lebrija hasta la AP-4 y A-4 para cruzar la provincia de Sevilla, incluida la capital con un tremendo atasco en el Puente del Centenario por un accidente. Al ir en moto me pude escabullir entre los coches y salir pronto de Sevilla. Todavía me quedaba un buen trecho por la N-630 y N-433 hasta los límites con la provincia de Huelva, noche cerrada y empezaba a chispear, todo se ponía al límite. Al final fueron algo más de 12 horas de moto y más de 700 Km. Pero ahora viene la moraleja... Haz caso de tu instinto.

Una vez en el alojamiento del Castillo de las Guardas me encontré con otros compañeros que estaban también haciendo la Rider e hicieron la ruta que yo tenía pensada por el norte de la Comunidad. Me contaron que lo pasaron muy muy mal, la borrasca era gorda (de las que le ponen nombre) y las carreteras se acabaron inundando, hubo muchos problemas mecánicos, sustos y caídas graves. Así que en estas cosas siempre hay que saber adaptarse, tener un criterio claro y saber tirar de recursos. Al final ni tan mal acabé ese día.


Mirador de la Padrona y Puerto Queijigo, en plena Sierra Morena

Por la mañana temprano encaraba el último día, y tras un desayuno de cazadores en plena Sierra de Aracena a base de zurrapa de lomo, atravesé ésta entre dehesas verdes y frío mañanero con todo húmedo. Toda la carretera para mi hasta el siguiente punto de control, Puerto Moral (Huelva), un pequeño pueblo blanco de la sierra enclavado en un entorno espectacular. Allí me confirmaron que el día anterior fue terrible de tormentas. 


Las dehesas onubenses bien temprano por la mañana, el olor a tierra mojada te inunda.

Seguí camino del Real de la Jara para adentrarme en Sierra Morena por una carretera espectacular pero en muy mal estado, donde era complicado quitarse kilómetros, y lo que luego me retrasaría también el día de hoy. Por suerte el día estaba espléndido y las vistas también. Atravesé Sierra Morena hasta Constantina y Lora del Río, el sol subía y ahora me tocaba lidiar quizá con la parte más fea de todo el recorrido, las llanuras centrales de Andalucía. Llegué al siguiente punto, Osuna (Sevilla) ya a la hora de comer, en un impresionante punto de control en la plaza de toros, con barras, concursos de juegos medievales, exposiciones,... Muy currado. Comí un bocadillo en la barra y salí pitando a mi siguiente punto.


Sierra Morena entre niebla, invitaba a pararse en cada curva

El centro de Andalucía, y a esas horas centrales con calor, se hace muy tedioso, en octubre todo está seco y las rectas son interminables. Algunos pueblos bonitos salpican este tramo como Aguilar de la Frontera, Montilla o Espejo. Se me hizo largo pero al final llegué a Bujalance (Córdoba) donde me esperaba otro punto de control muy currado, esta vez en su castillo y con los compañeros voluntarios disfrazados de caballeros templarios. Una pena no poder parar más tiempo.


El punto de control de Bujalance, otro sitio espectacular y muy currado

Ya con los ocho puntos de control conseguidos sólo me quedaba llegar a Lucena, sede de la Unión Motociclística de la Subética, organizadores de la prueba y punto final de esta Rider (bueno, y volver a Granada, otra hora y media). 

La carretera ya se estaba haciendo muy pesada, pero el reto estaba conseguido. Llegué a la línea de meta, con el speaker alabando que hubiera sido capaz de hacer el evento con una moto de 300cc (se puede hacer con cualquier moto, incluso me encontré compañeros con Vespas antiguas), fotos, fiesta preparada, bolsas regalo, exposición de motos, puestos cosas moteras... Muy impresionante y emotiva la llegada, la verdad. Una sensación de reto conseguido con algunas adversidades que pude solventar. No pude quedarme más tiempo porque quería llegar a casa antes de estar más cansado.


Llegada a meta y foto finisher

Ya tocaba la vuelta a casa más tranquilamente, cansado pero se me agolpaban los pensamientos y las sensaciones. Una vez descansado muy contento por haber hecho este reto... pero, ¿volvería a hacer algo así?


El despliegue de medios en la carpa de meta es impresionante.

Sí y no. Al final esto son eventos de resistencia, y eso en carretera no me gusta. Haces muchos kilómetros (en tres días 1.500 Km) pero no "viajas",  simplemente ves cosas por el camino. Es verdad que a nivel psicológico te pasan muchas cosas por la cabeza y tienes que gestionar muchos imprevistos, tiempos, etc. Tienes que estar constantemente con los cinco sentidos alerta y eso es el reto en si, esa parte sí es atractiva. Pero no te da tiempo a visitar nada, ni comer tranquilo, y si te pilla una tromba de agua tienes que pasar por ella porque tienes ese trayecto predefinido y no puedes parar. 

Pero pudiera darse el caso de volver a hacer algo así, si algún amigo me pide acompañarle. Quizá hacer estos eventos en compañía cambie la cosa, 30 horas de moto en solitario, más comidas, cenas, estancias en los hoteles o la celebración final en solitario hacen que sea todo mucho más largo. Eso sí, tiene que ser un buen amigo, porque la cantidad de decisiones e imprevistos que surgen no se consensúan con cualquiera, es inevitable que surjan conflictos en cualquier momento.

Se que me he excedido en la longitud de este artículo, pero además de rememorar el recuerdo, espero que al menos le sirva a alguien que esté planteándose hacer este tipo de eventos para tener alguna experiencia previa a la hora de elegir. Si más me despido hasta el próximo artículo.


Gracias por leerme, nos vemos en el siguiente artículo!












Comentarios